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Como dice esa hermosa canción que ya se hizo popular: “Caminante no hay camino…se hace camino al andar, todos hacemos camino al recorrer las veredas marcadas en nuestro destino, unos dejan la huellas más hondas que perduran a través del tiempo, otros, dejamos la marca muy leve que cualquier viento la borra o una fuerte tempestad arrastra el fino polvo donde quedó nuestra marca por lo que la señal que dejó nuestro pie desaparece; ya que eso sucede con la mayoría de los seres porque las acciones que realizamos casi todos los mundanos, son muy delebles y se pierden fácilmente en la rueda de los tiempos, solamente aquellos que han sido seleccionados por los grandes Arcanos, en los cuales la semilla del amor depositada en sus vírgenes almas ha germinado produciendo ese calor afectivo hacia sus semejantes, logra que trasciendan a través de amorosas acciones en beneficio de sus congéneres, ellos son las hermosas linternitas que guían a la humanidad; mientras que casi todos somos presa de los excesos y las bajas pasiones, unos cuantos reciben de la divinidad por medio de un toque mágico, esas distintivas cualidades para que en su corto trayecto por la vida, se ocupen velar por el bienestar de sus hermanos, pero ese tipo de personas es muy escaso, es como buscar una aguja en un pajar y más en estos convulsos tiempos en que los humanos han dejado de lado lo espiritual para adentrarse con desesperación en el mundo material, es que el dinero se ha convertido en el Dios al que adoran, como aquellos lejanos antepasados que su obcecada mente rendía culto al becerro de oro; desgraciadamente la totalidad de los humanos en estos convulsivos tiempos, nos dedicamos a rendir pleitesía a lo material al aplicar el proverbio: Cuánto tienes, cuánto vales porque desde niños hasta ancianos quieren dejar huella a su paso por este planeta con hechos y acciones negativas que no abonan en nada para dejar un rastro que indique el verdadero amor hacia los demás; ya que pasamos por la vida como sombras negras que a su paso van dejando una estela de destrucción y maldad, puesto que lo vemos en la triste realidad de que hemos acabado con nuestra propia casa y ahora esta especie maligna, tiene la idea de ir a otros planetas de esta galaxia, pero a lo único que irá, será a sembrar más desolación en este grandioso universo. Espero les guste este sencillo poema que nos ilustra la pobreza de inteligencia en el ser llamado Homo Sapiens, que de sabio ha demostrado una mínima parte. Del libro “Caminos” publicado en 1998.
QUIERO DEJAR HUELLA
Sueño es de todo ser vivo
huella dejar a su paso,
siempre será el objetivo
el tuyo, también acaso.
Quedar en el anonimato
de todos es el temor,
hasta queremos un trato
con el demonio o con Dios.
Sin embargo tu destino
es una línea trazada,
recorrer ese camino ,
por esa vía ya marcada.
Porque nadie conocemos
lo que el sino nos depara;
ni siquiera ya lo hacemos
cuando envejece la cara.
Desde que ya razonamos
no nos mueve otra ilusión,
dejar huella donde andamos
en algo útil, una acción.
Escribiendo nuestro nombre,
al anotar una fecha,
que perdure todo hombre
por alguna cosa hecha.
A veces es negativa,
otras de mucho provecho,
alguna cosa en la vida
o recordando un hecho.
Porque lo dice el refrán:
muchos fueron los llamados,
pero muy pocos serán
los que sean seleccionados
Todos hemos sido creados
por un ser omnipotente,
siendo por eso llamados
con el título de gente.
Un hombre será tal vez
si se piensa más profundo,
cual ficha de un ajedrez
se asemeja este mundo.
Sólo encuentro diferencia
con la vida de los hombres;
que tienen una conciencia
y diferentes los nombres.
Queriendo distinguirnos
en cualquier actividad,
antes de despedirnos
de esta gran humanidad.
Porque en la mayoría
errado es ese camino,
luchando día con día
para forjarse un destino.
Nunca nos imaginamos
terminar en una cruz,
y mucho menos pensamos
los ojos pierdan la luz.
Porque ya en el cementerio
no existen clases sociales,
por ser un solo criterio
al acabarse los males.
Es como una gran columna
que se pretende escalar,
con una reñida pugna
para la cima lograr.
Pero que nada te asombre
de esta triste cuestión;
la meta: grabar tu nombre,
aunque sea en mala acción.
Lo que se pueda hacer
el caso es sobresalir,
aunque la vida perder
o de vergüenza morir.
Todo es lucha constante
para conseguir la fama,
hasta el último instante
en que la muerte nos llama.
Porque serán olvidados,
quienes no dejen más huella
que sus pasos señalados
en su vida no muy bella.
Al no haber ninguna acción
que su recuerdo prolongue,
un acta, su defunción,
sin ningún otro renombre.
Jaime García García.