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Recordando al famoso caballero de la región de la Mancha, quien de mucho leer y poco comer, se le llenó la mente de idealismo y tanta fue su obcecación que quiso emular a los caballeros andantes de la antigüedad, quienes luchaban por su Dios, por su rey y por su dama, con su idealismo llevado hasta la más grande exageración que les animaba a recorrer el mundo para deshacer entuertos, defender a los que no podían hacerlo; de tal manera que iban por pueblos y aldeas tratando de impartir justicia a su particular estilo; personajes en sus cabalgaduras que algunas veces se hacían acompañar de escuderos que en realidad eran sus criados para servirles en ciertos y tales asuntos, así de este modo nos viene a la mente el hidalgo más famoso inmortalizado por don Miguel de Cervantes Saavedra. Ese personaje montado en un rocín flaco llamado Rocinante, que le dio por lanzarse por el mundo a tratar de impartir la justicia a los desposeídos para según su ideal, equilibrar un poco el abusivo mundo de esos tiempos y vaya que enfrentó tantas batallas y las más fueron experiencias negativas; pero jamás se arredró ante la incomprensión de quienes tuvieron la osadía de menospreciar su amor al prójimo porque de cada derrota, su espíritu salía fortalecido para seguir bregando en sinuosas veredas de sus recorridos; sin embargo en esta composición solamente hacemos una breve comparación de aquel histórico personaje con las lides que tendrá que enfrentar el guerrero de este nuevo siglo, los retos que se avizoran para los titanes de estos convulsos tiempos, en los cuales se tendrán que enfrentar a empresas colosales porque con la tecnología se van a ir creando armas más sofisticadas para vencer las dificultades que como sabemos el mismo humano ha ido creando como la contaminación, la destrucción de la naturaleza, el agotamiento del agua que ya es un problema, así como los desastres naturales que ya son conflictos presentes por la tala inmoderada y los cambios climáticos. A eso se refiere este bello trozo literario que nos plantea la reflexión de cómo deberán ser los grandes defensores de la humanidad en estos tiempos y más adelante porque la humanidad va en picada hacia su propia destrucción; ya que ambiciones, envidias, abusos, bajas pasiones y tantas cosas negativas son las que rigen actualmente la vereda de la humanidad. Qué le espera a este pobre planeta con tantas malas acciones de la humanidad, vamos montados en el jamelgo de la avaricia, obstinación, terquedad y sembrando sólo males en este divino suelo. Espero disfruten este hermoso poema y los lleve a pensar un poco en lo injustos que hemos sido con nuestra propia casa. Del libro “Caminos” publicado en 1998.
QUIJOTE DEL S. XXI
El horizonte se ensancha
un siglo a parir se apresta,
vendrá el Hombre de la Mancha
a escribir gloriosa gesta.
El Quijote del veintiuno
será de gran fortaleza,
en armas como en tribuno
para empresas de grandeza.
Otros arreos de combate
portarán estos titanes,
que ni exorcismos abate
sus colosales afanes.
Tanto peto y espaldar
será todo electrónico,
de automático accionar,
poderoso brazo biónico.
No montará un rocinante
como el hidalgo manchego,
ni este caballero andante,
llevará en asno un labriego.
No peleará con gigantes
ni con molinos de viento,
tampoco ideas delirantes
u obcecado pensamiento.
No pernoctará en las ventas
ni su arma filosa espada,
serán las batallas cruentas
y su voluntad probada.
No tendrá una Dulcinea
epónima del Toboso,
sino aguerrida atenea:
digna de ese gran coloso.
No ira a deshacer entuertos
ni a los pobres defender;
la vida de sus aciertos
siempre podrá depender.
No tras la gloria ni prez
marchará en sus victorias,
tampoco su actitud soez
ni fatuas… sus vanaglorias.
No campeará en la llanura
en jamelgo descarnado,
será la polis obscura
que su saber ha neceado.
No halagará más la suerte
de tener razonamiento,
oprobiosa triste muerte
por obtuso pensamiento.
No tendrá más señorío
homos en este universo,
fue aparente poderío
por ser maligno y perverso.
Sólo su espíritu errante
vagará en la tierra umbría,
vestigio de aquel gigante
que jamás… dominaría.
Jaime García García.