ANALOGÍAS Y PARAMOS DE LUZ
Contertulios y signatarios igualados por la amistad, la cordialidad y la libertad:
Todos, bien nacidos y bien amamantados por dos senos turgentes y rebosantes de apetitosos almíbares. A estos bien nacidos, el reconocimiento de los nacidos de Viudas por dos motivo: el de haber nacido vivos y ser alimentados y educados por madres e institutrices. Los diferentes, fueron succionadores de nodrizas y mamilas poliácidas que nunca satisficieron su naciente y obstinada polifagia.
Nuestros amigos amamantados de pechos turgentes, son de talla alta, y con dos brillantes ojos como faros que miran en lontananza. Los otros, los convecinos, los que fueron puestos por sus progenitores en manos de nodrizas o fueron alimentados por ácidas mamilas, ¡nunca de los nunca!, satisficieron su glotonería y continúan de manera voraz, deglutiendo los erarios de las comunas como lo hacen las empecinadas y emigrantes langostas en los tórridos veranos de sus vidas. ¡Mala porfía esta, la de los vecinos y comuneros de Viudas, y muy mala, exageradamente mala, la de los convecinos de La Realidad! Esta bellaquería o deslealtad provocó la ruindad en las ricas haciendas de Mesopotamia y las pobres de los Sumerios. Lo mismo está sucediendo en la comuna de Viudas y La Realidad con sus amamantados y los mamones. Esta procaz analogía se multiplica como las verdolagas; crecen con la humedad ambiente y por abrigo tienen: los solares y cándidos rayos de la ardorosa primavera.
Que paradoja tan notoria, lo que los viejos tienen por malo, los jóvenes lo toman por bueno: ¿Dónde se está viendo esto? En la comuna de La Realidad, a diario vemos, que los gozosos hombres de la primavera, aprueban irreflexivamente los paracronismos de su estulticia. Esos gozos hedónicos llevaron a Sodoma y Gomorra a la depravación; lo aseveran los cronistas y censores de la antigua Grecia y de Roma. La corrupción es sino y signo anticipado de la derrota. ¡Si no lo ven estos ojos que llevamos puestos, lo verán otros! Nuestros sucesores.
Hay por hoy, y por mañana seguramente, una severa crisis de conciencia en la comuna de Viudas y La Realidad. Si por azares del destino nos tocare ver los calamitosos azotes de la avizorada crisis, seriamos nosotros los culpables presentes, y, si esta llegare a manifestarse después de muertos, seriamos también, los ausentes culpables. Nadie: “haiga sido como haiga sido”, -se marcha de este mundo avariento y matraquero- sin hacer dinero y sin hacer pucheros-. De este aforismo cantinflezco surge una pregunta ¿Cuántas viudas dejo la militarización que impuso C. Calderón?…. Motivo de júbilo fue, -con ultrajado honor- que se apartaron, del hirviente caldero Viudas y huérfanos dijeron: ¡Ya, ya! Vete a comer tu sabroso pan, a La punible Realidad, realidad donde campean y paran todos los Capos.
FUGA DE MIEDO EN LAS COMUNAS
¿Cómo contar el miedo cuando tiritan los dientes?
El miedo que tú dejaste, nos volvió desconfiados.
¿Cómo contar el miedo que dejaste arraigado en nuestra sangre?
El miedo corre por todo el cuerpo, como corre la sangre por vasos y por venas.
¿Cómo contar el miedo cuando tiemblan las piernas?
El miedo que tú dejaste, volvió nuestros pasos tortuosos.
¿Cómo contar el miedo cuando cierro los ojos, para no ver los muertos?
El miedo que tu dejaste que corriera, por valles, por cordilleras y por desiertos.
¿Cómo contar el miedo a los que ven temblar mi cuerpo?
Debajo de la tierra están los muertos, y yo estoy temblando de pánico sobre la tumba.
¿Cómo contar el miedo a los que me ven correr por la calle?
El miedo que tú dejaste, nos empuja a correr sobre los que van cayendo.
¿Cómo contar el miedo a los que nos ven desde muy lejos; por la ventana del televisor?
Ellos se preguntan desde el sofá de su aposento: ¿Qué está pasando en México, por qué está corriendo este pueblo para el extranjero. (No entender, por que decir y repetir: “el miedo no anda en burro…”)
¿Cómo contar el miedo a los que me ven por Internet, por Twiter, o Facebook.
El miedo que tú dejaste, me hace llorar, y temblar de histeria.
Por el mido que tú dejaste, mi facebook cambia a cada instante.
¿Cómo contar el miedo a los que me mandan su correo electrónico?
Estoy atrás del perfil, escondido en las sombras.
¿Cómo contar el miedo a los que me ven temblar de los pies a la cabeza?
Por el miedo que tú dejaste, me tiembla la cabeza, me provoca diarrea lo que como, me despierta bruscamente tu pesadilla de terror.
¿Cómo contar el miedo a los que me invitan a llorar junto a todos los afligidos? Todos buscan a sus parientes perdidos o muertos.
Nadie sabe nada. Nadie sabe nada del motivo de su muerte, Todos preguntan por sus muertos y desaparecidos.
¿Cómo contar el miedo a los que escuchan nuestros dolientes quejidos?
Todos viven con miedo preguntando.
¿Cómo contar el miedo de ver tantos tanques blindados “armados hasta los dientes”?
Todo ese miedo que dejaste, nos pone los pelos de punta: a los comuneros de Viudas y de La Realidad.
No podemos contar, ¡tanto miedo que nos dejaste!, tanta fobia acumulada en tu arte de gobernar; tanta, tanta, tanta; como el miedo que tenemos en las mudas campanas de nuestras gargantas.
LAS HORAS
De estas horas, no se, cuántas me quedan para hacer lo que yo necesito. Todavía no sé lo que quiero, ni si lo que deseo, la comuna lo necesita. ¡Ya sé! Me dije: voy a pulimentar lo que está hecho de greda. Sí, sí. Puedo hacer un espejo que sirva: el mágico espejo de las cuatro estaciones.
ESTE DÍA
Es cualquier día de la semana. Es un buen día, si ya lograste ponerte hoy, bien los zapatos: camina.
MAÑANA
Será un día terrible, no podrás ver quién te llora, ni ver quién te abraza… ¡Mañana, a temprana hora! Pondrán sobre ti piedras para adorarlas.
LOS POETAS
Me vinieron a decir, que los poetas nacen solos; que es inútil formarlos o reformarlos, que quién lo intente, perderá su tiempo y su plata.
UN PINTOR
Este pintor, no es un pintor de brocha gorda, tampoco usa pinceles, ni tintas fuertes, ni mantas ni paredes… este pintor pinta con oraciones duras y leves.
UNA PINTURA
Soy un bodegón…
¿De quién…?
De un rico o de un truhán que tiene donde acomodarme. De un pobre nunca seré. El pobre es tan pobre, que no tiene; ni hilo, ni pared para colgarse él… Roberto Sánchez Reyes.